Precioso retrato de Catalina de Aragón, que nació en Alcalá de Henares


Hoy, cosa rara, no voy a hablar del Opus Dei. Hoy simplemente os quiero compartir una música que cada vez que la escuchaba me daban ganas de llorar.
Se trata del motete Domine secundum actum meum de William Byrd. Antes de nada, debo decir que nunca me entusiasmó la música de este músico del siglo XVI. No porque no fuera buena, sino porque al lado de otros contemporáneos y, sobre todo, de Tomas Luís de Vitoria, prefería escuchar a otros.
Pero hace unos días llegó una interpretación de ese motete que era sencillamente impresionante, capaz de petrificar a cualquiera. Sí, era la música de Byrd, pero interpretada con una voz, ¡qué voz! Y, al mismo tiempo, estaba la interpretación de la orquesta: ¡qué fuerza!, arrolladora en su contención, arrolladora en su lentitud, para la que no hay palabras. Nunca he escuchado sacar ese resultado final de una obra de Byrd, esa sonoridad, esa solemnidad lacrimosa.
Solemnidad lacrimosa, porque cada vez que la escuchaba no podía evitar el pensar que estaba escuchando el llanto de una nación. Byrd era contemporáneo de Isabel I. Esa música era el sollozo silencioso de un reino al que le habían robado su religión.
Oía la música y, de verdad, escuchaba a millones de personas llorando. Encima, al día siguiente, me enteré de que Byrd continuó siendo católico hasta el final de su vida. En fin, pulsad sobre este link y disfrutad de una música que, en verdad, yo la titularía Requiem por el reino de Inglaterra:


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