“¡Nunca fui tan feliz…!”

Adiós a un gran formador de jóvenes

Don Jesuuus Padilla Cuevas 3Prof. Sergio Ignacio Martínez Velázquez

LAGOS DE MORENO, JAL.- El Señor ha llamado a don Jesús Padilla Cuevas. Todos lo seremos en algún momento, que sólo Él conoce. En el Juicio ineludible que nos espera, anhelamos misericordia, no justicia, porque queremos, para nosotros y para los demás, una eternidad feliz.
Conocí al Padre Jesús Padilla Cuevas en 1969, cuando me incorporé al Comité Diocesano de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, ACJM, procedente de la Parroquia de San Juan Bautista, en San Juan de los Lagos.
Mi primera impresión de él fue la de un eclesiástico agradable, sólido en la fe y bien nutrido en sus conocimientos teológicos. En el grupo de trece jóvenes que nos reuníamos en torno de una mesa trapezoidal para examinar la situación de los grupos parroquiales de ACJM en la Arquidiócesis de Guadalajara esperábamos con ansia la llegada del Padre Padilla para iniciar la sesión ordinaria semanal.
El Padre Jesús Padilla Cuevas era el Asistente Eclesiástico; es decir, el representante de la Jerarquía ante el grupo de universitarios (la mayoría) que conformábamos el Comité Diocesano.
Concluidas las preces iniciales, el Padre Padilla nos hacía una reflexión sobre algún pasaje del Evangelio que, explicado con precisión, calaba hondo y se volvía semilla de fe, esperanza y caridad.

Activo y profundo
El don de la palabra fue uno de los varios que recibió don Jesús Padilla. Buen predicador, sobre todo con los jóvenes, con quienes suscitaba de inmediato simpatía, era escuchado con reverencia, pues no hablaba de otra cosa que de la Doctrina de Jesucristo, y con ella iluminaba algunas realidades temporales de aquella y de otras épocas.
Como aún no se creaban las Diócesis de San Juan de los Lagos ni la de Ciudad Guzmán, el Arzobispo de Guadalajara -Cardenal desde diciembre de 1958 por decisión del Papa Juan XXIII- don José Garibi Rivera, se desplazaba visitando Parroquias en casi toda la geografía del Estado de Jalisco y algunos puntos fuera de él. E igual el Padre Padilla, que acompañaba a los jóvenes acejotaemeros, tanto en el Comité Diocesano como en los grupos parroquiales.
Su labor pastoral fue altamente pedagógica; como los buenos maestros que alimentan con el pan de la Palabra a los alumnos, dejaba en ellos la responsabilidad de aprovecharla o hacerla a un lado, no sin antes advertirles las consecuencias de una y otra actitud.
Tuvo presentaciones en el Canal 6 de Televisión (desaparecido años há), donde difundió el mensaje cristiano. Fue autor de varios libros titulados: “Escucha su voz”, de los cuales conservo algunos ejemplares, así como de un texto de Oratoria. Asimismo, fue asiduo colaborador del Suplemento Cultural Dominical de El Informador.
Siempre prudente en sus expresiones y ponderado en sus juicios, no podía ocultar su inteligencia. El Cardenal Garibi Rivera lo llevó a Roma como su Secretario, en 1963, a la segunda sesión del Concilio Ecuménico Vaticano II, que inauguró en la Basílica de San Pedro el Papa Juan XXIII el 11 de octubre de 1962, y clausuró el Papa Paulo VI el 8 de diciembre de 1965.
…Dejé de ser joven. Diecisiete años después de abandonar la ACJM, recibí una invitación para reencontrarme con don Jesús Padilla Cuevas en su casa de la Colonia Las Águilas. Era una magnífica oportunidad de volver a saludarlo y escuchar su voz. Estuvimos solos apenas dos minutos en la sala, antes de que hicieran su arribo su esposa y los (entonces) pequeños hijos. Nos sentamos frente a frente, me miró con fijeza, y sólo dijo: “¡Nunca fui tan feliz como cuando ejercí el ministerio!” En eso, se oyó el chirrido de la puerta de la calle y entró el resto de la familia…
Lleno de méritos, don Jesús Padilla se presentó definitivamente ante el Señor el lunes 6 de febrero del año en curso.

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