“Los sencillitos…”

“Es triste ver católicos que se sienten perfectos y desprecian a sus hermanos…”
Papa Francisco, Agosto 2017

Fernando Díaz de Sandi Mora

¿Conoces personas que se creen perfectas, qué nunca cometen errores? ¿Te has encontrado con esos que todo lo saben y qué todos los mensajes, consejos o predicaciones son para todos los demás, menos para ellos? ¿Sabes de alguien que cree tener la verdad absoluta, que tiene todas las respuestas o, peor aún, él mismo se cree la respuesta para todo?

El orgullo es una de las causas más comunes por lo cual el ser humano llega a tocar fondo, ya que el ese sentimiento no permite que te puedan hacer ver lo que realmente está pasando y solo se ve lo que uno quiere ver.
Desafortunadamente es muy común que el ser humano “pierda piso” y se sienta encumbrado, elevado por encima de los demás, sintiéndose siempre superior: el más guapo o guapa, el más rico, el de mejor cuerpo, el más “bueno”, el más piadoso, en fin, toda la lista de personajes que miran a los demás por encima del hombro.

La tentación del poder siempre está ahí, a la orden y en cualquier relación con los demás. Existe una línea muy delgada entre reconocer los dones, los talentos y capacidades personales y sentirnos mejores que otros, compararnos con los demás y sentir que “no nos merecen”.

En prácticamente todos los grupos donde interactúan los seres humano, incluidos los grupos religiosos y… ¡sí!, también en nuestro entorno católico, es tristemente muy común encontrarse con personas que parecen sentirse “la mamá de Tarzán”, por pertenecer a uno o a todos los grupos parroquiales, gente que por el hecho de rezar todos los días un rosario o por saberse de memoria todas las novenas posibles, se comporta pedante, altanero, se sienten “buenos”, salvados, y en lugar de ejercer un alegre servicio, parecen “cadeneros de antro…”

Más allá del terreno religioso, es muy triste observar al interior de las familias donde se viven auténticas dictaduras (patriarcados o matriarcados), en donde no se respetan los derechos de cada miembro de la familia: todo se debe hacer como dice el papá o la mamá, los hijos son desoídos y se libra una guerra de poderes en las que se termina por perderse todo, incluso el respeto y el amor…

“Bájate del caballo”, son muchas las razones por las cuales debes mantenerte así, sencillo, con los pies bien plantados en la tierra: reconócete como parte de un universo, un miembro más de este tiempo y espacio, un hijo de mismo Dios, un ser muy valioso (hasta costaste sangre) y piensa que lo mismo es para cualquier ser humano que se cruce por tu camino, un ladrón o una prostituta, sea de tu religión o de otra, sea tu padre o sea tu hijo, todos, absolutamente todos, somos grandes en el amor…

Facebook: Fernando D´Sandi

Palabras de Vida

Palabras de vida (1)

“Si Yahvé no construye la casa, en vano se afanan los albañiles; si Yavhé no guarda la ciudad, en vano vigila la guardia”.
Salmo 127, 1

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